Thomas Calvo obtuvo su Doctorado de Estado por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y es profesor emérito de la Universidad de París Nanterre . Actualmente es profesor-investigador de tiempo completo de El Colegio de Michoacán (México), y sus líneas de interés se enfocan en los procesos políticos y culturales en la Monarquía hispana del siglo XVII. Ha publicado diversos libros, entre los más recientes destacan Vivre dans la Sierra zapotècque du Mexique: Vaincre la défaite. Es autor además de una serie de artículos y capítulos de libro que abordan temas como los japoneses en Guadalajara durante el siglo XVII, la cultura y el arte de gobernar en la monarquía hispana, el fenómeno de El Niño y su relación con el Galeón de Manila y, recientemente, las vidas minúsculas de personajes en el entramado colonial.
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¿Qué fechas pueden ser consideradas como representativas del proceso de conformación nacional en México?
Disertar sobre fechas siempre es algo arriesgado. La historia, y más en la construcción de una nación, siempre implica procesos accidentados, o por lo menos variados, y que es simplificador encerrar en una sola fecha: por ejemplo, si se define la Revolución francesa con una única fecha, la de 1789, se oculta momentos decisivos, que van más allá de la revolución “burguesa” precisamente de junio-octubre 1789, en particular el sobresalto popular y democrático de 1792-1794. Y lo mismo diremos con la Revolución mexicana de 1910, que no se limita a su surgimiento de 1910-1912, ni se concluye en 1921.
¿Cuáles son para mi los momentos decisivos para la “conformación nacional” mexicana? Por supuesto buena parte de los aquí elegidos, con matices sobre los cuales volveré. Insistiría sobre tiempos donde la cultura acompaña o precede los cambios ideológicos: es así que alrededor de 1700-1750 surge una conciencia colectiva mejor definida, con el nacimiento de la “patria criolla”, una literatura original y de alto relieve (Sor Juana, Sigüenza y Gongora), y fuertes reclamos a la Ilustración europea (Eguiara y Eguren). Los años de Reforma y los que siguen tienen a mitad del XIX una importancia que va más allá de lo político. La novela costumbrista de la época, con Payno y Altamirano, define tipos sociales y culturales que contribuyen, a lo largo del tiempo, a acentuar ciertos rasgos de mexicanidad.
¿Qué opina de la selección de fechas propuestas por el gobierno para conmemorar el bicentenario de la Independencia?
Hay para mi dos vertientes aquí, una política, otra académica. Los dos proyectos pueden en parte coincidir. Esto tomando en cuenta que la historia se escribe desde el presente, y que los políticos únicamente conocen el tiempo corto del presente, y que en los dos casos se supone que se está contribuyendo al mejoramiento de la colectividad.
Pero el político lo ordena todo en función del presente: y 1321 tiene sentido únicamente en relación a 2021. El historiador persigue un encadenamiento de hechos y mecanismos, dentro de una lógica de conjunto donde el pasado tiene un peso más específico.
En si la secuencia de fechas tiene su justificación, por supuesto al lado de muchas otras. ¿Son estas las más importantes? Tal vez, pero dentro de una jerarquización que no aparece aquí: como fecha decisiva para la futura conformación nacional, 1521 se impone para mí. Las que siguen, proceden de ella, aunque sea para sacudir su impacto, sea este cual sea.
1321 me plantea algunas dudas, quedando incierta en su realidad histórica: circa 1300-1325 sería preferible. Ofrece puntos de discusión: nos remite al tema de los origines, siempre encubiertos en espesas capas de niebla, inseguros, con atractivos ficticios. Lo más abierto a la discusión es que todo el lejano pasado se encierra en una circunstancia, que deja de lado los demás mitos fundadores e historias iniciales de los más de 50 pueblos originarios de hoy. Es el centralismo del México de 2021 que se recalca con 1321. Con esto estamos en el proyecto político, y lo académico se aleja.
¿Cuándo podemos considerar que nació el sentimiento nacional en México? ¿Coincide con la independencia?
Como indicado, algo de proto-sentimiento nacional se está formando desde finales del XVII. Pero no es una plena conciencia nacional, y esta tampoco animaba a las huestes de Hidalgo, ni a los soldados de Iturbide.
Por supuesto si dentro de dicho sentimiento hay un sentimiento de igualdad, algo de esta se manifiesta con 1821 y la abolición del tributo, de las castas: todos aceden a la calidad de “ciudadano”. Es decir que desaparecen las corporaciones, se refuerza el individualismo. Es parte del proyecto político de las élites, no de los pueblos.
Como se acostumbra, la lucha con un enemigo común puede ser una fragua del patriotismo, del nacionalismo y de la conciencia nacional. En ese sentido las guerras contra los Estados-Unidos, después contra la intervención francesa son momentos claves, por lo menos para una parte de la población y del territorio más directamente implicados.
Después se tendrá de tomar en cuenta las aspiraciones que acompañan la Revolución, la fraternidad de luchas contra los dominantes, y otra vez contra la intervención extranjera (Estados-Unidos de nuevo). Ya la post-Revolución con la extensión de la educación, la urbanización, una mayor circulación, varias formas de democratización permiten crear la conciencia colectiva que hoy se conoce.
¿Se puede considerar que existía la nación mexicana durante la época colonial? ¿En qué medida el sentimiento nacional vivido por los mexicanos en las épocas remotas es diferente del sentimiento de hoy en día?
¿Qué es una nación? Amplio debate que ha hecho surgir muchas discusiones en todas partes desde el siglo XIX, cuando se afirma precisamente el Estado-Nación.
Simplificando: una nación es el reconocimiento de un destino común, que puede tener varios puntos de anclaje (lengua, historia, intereses comunes). ¿Cuáles pueden ser en Nueva España? Hay dos grupos distintos por ley y por los hechos: los conquistadores y los conquistados, que únicamente la religión reconcilia, aunque con prácticas no siempre semejantes. Difícilmente podemos ir más allá en la cohesión colectiva. Ni el odio al gachupin es suficiente para unificar.
Por lo tanto, no podemos reconocer un sentimiento nacional común en Nueva España, y es difícil establecer un paralelo con la época actual, “comparaison n’est pas raison” a veces.
¿Cómo definir el concepto de nación mexicana en la actualidad? Hoy en día ¿Qué significa conmemorar?
Sin duda, si la religión fue unos de los cimientos de cierta comunión en el pasado lejano, algo de ello persiste, variando regionalmente y socialmente. El lugar de la Virgen de Guadalupe es aquí interesante. Sin duda hoy se ha integrado, con los libros de textos, una historia común, objeto de apreciación, de orgullo. Precisamente son centrales algunas grandes fechas -con lo cual reconozco su peso en la conciencia colectiva-, algunos héroes en particular de la Independencia y la Revolución. La conciencia de tener cierto lugar en la geopolítica mundial crea elementos de unidad de pensamiento. Se está cerca, fronterizo “del Imperio”, y se pertenece a dos grandes comunidades internacionales, América Latina y los países en vía de desarrollo.
¿Cuál es el papel del historiador en las conmemoraciones?
En primer lugar, el de todo ciudadano: saber si la conmemoración tiene sentido, y qué sentido tiene. Es decir, conservar su libre arbitrio.
En segundo lugar, hay que reforzar la memoria colectiva, de la cual el historiador es el guardián del templo. Esta es un elemento esencial de toda conciencia nacional, y nos corresponde participar con nuestros trabajos a su desarrollo. Más tomando en cuenta que a lo largo de los siglos XX-XXI dicha memoria ha sufrido ciertos trastornos, conforme los grupos que eran sus depositarios se han debilitado (campesinos, clase obrera), que otros (el Estado nacional, los medios) tomaban el relevo, no siempre con prudencia o cuidado.
Se considera que el historiador puede hacer progresar la fraternidad y la cohesión dentro del grupo al cual pertenece, contribuir con sus propias luces. Debe apoyar al surgimiento de cierta autonomía de pensamiento; y que esta se puede manifestar en el conjunto de las conmemoraciones, frente a los discursos varios y muy desiguales, de fuentes muy diversas que se podrán oír.
Dicho esto, hay que obrar con precauciones. Remito a lo que ocurrió en 1989 en Francia. Los historiadores emitieron un mensaje muy difuso, divididos entre radicales extremistas a favor y en contra de la Revolución francesa, con un grupo mediano que la llevó a la semblanza de un cubo de agua tibia. No cito a nadie, ya que esto es otra historia.